El origen de la rivalidad y lo que hasta hoy nos hace diferentes.
Durante la década del 60, la ciudad de Concepción comenzó a hacer las gestiones para que un equipo representativo de la ciudad participara en la segunda división del campeonato nacional. Hasta antes de eso, el fútbol de nuestra zona participaba del campeonato llamado regional, que agrupaba a la mayor parte de los equipos de la zona sur.
Durante mucho tiempo, producto del excesivo centralismo de nuestro país, el llamado Campeonato Nacional de Chile fue una competición muy similar a la jugada en el sur, pero desarrollada principalmente entre las regiones de Santiago y Valparaíso. Y claro, como se jugaba en Santiago, era considerada Nacional, en cambio la desarrollada en el sur, siendo en muchos ocasiones más competitiva y de mejor calidad deportiva, era sólo una competición regional.
La expansión paulatina de la competencia santiaguina hizo perder fuerza a la competencia futbolística local, y hacia mediados de la década del 60 Concepción sucumbió ante la necesidad de incluir un equipo de fútbol representativo de la ciudad en la competencia organizada por la Asociación Central de Fútbol (que a la larga sólo potenció a los grandes clubes de Santiago, extendiendo su popularidad al resto del país en desmedro de los clubes e identidades locales. Fenómeno que se acentúa hasta el día de hoy).
Tal como señala una reseña histórica publicada en el sitio web lila “El torneo Regional, máxima competencia amateur que aglutinaba a todos los clubes de la Provincia de Concepción, afrontaba sus últimos años de gloria para dar paso, sin más remedio, a la fiebre del fútbol profesional. Huachipato fue el primer equipo en virar hacia la izquierda y, desde la comuna de Concepción, el cambio provocó una atracción fatal. Había que fundar un equipo que aglutinara las fuerzas vivas de la ciudad para ser representadas en la fiesta del profesionalismo”.
Por lo mismo, se comenzó a discutir cual sería el equipo representativo de la ciudad. A todas luces, Fernández Vial era el equipo más popular de la ciudad. Sin embargo, otro equipo fuerte, representativo de los sectores acomodados de la ciudad, el Lord Cochrane, también estaba dispuesto a pelear el cupo. Por lo mismo, dirigentes de la asociación de fútbol de concepción, decidieron que el equipo llamado a representar a la ciudad, fuese una fusión entre ambos clubes, como ya había ocurrido con otros emblemáticos (Santiago Morning, por ejemplo, producto de la fusión del Santiago National con el Morning Star). La discusión fue a muerte ¿Cuál sería el nombre del nuevo club naciente? ¿Cuál sería el color de su Camiseta? La lógica hubiese indicado que se llamara Lord Vial o Vial Lord, con lo que finalmente el club ferroviario perdería el nombre del mítico almirante anarquista y luchador social.
El 6 de enero de 1965 aparece en el Diario El Sur la formación del Concepción- Lord-Vial con la clara intención de luchar un cupo en la ACF. Según crónicas de la época, la asamblea de socios vialinos se negó sistemáticamente a la fusión y a la desaparición del legado social y deportivo de la institución más popular del sur de Chile. Gracias a esta resistencia, el nombre del almirante y los orígenes sindicales y obreros del equipo siguen vivos hasta el día de hoy.
Por otro lado, los dirigentes de la asociación penquista, ante la negativa aurinegra, decidieron fusionar al Lord Cochranne con otros equipos amateur de menor tradición y arrastre; Galvarino, Liverpool y Juvenil Unido. Así, el año 1966 se da vida al Club social y Deportes Concepción. Tal como lo señala la propia página web morada, gracias a la “habilidad dirigencial” de Ramón Guerrero (presidente de la Asociación de Fútbol de Concepción de la época) el equipo recién naciente entro directamente a competir en la segunda división del Fútbol rentado, sin haber ganado jamás este cupo en cancha, mientras el Vial no fue aceptado para el mismo cupo.
Desde ese día, desde el mismo nacimiento del equipo DC, la rivalidad entre el aurinegro y el equipo morado sería a muerte.
La historia silenciosa que no se manifiesta en libros, señala que en el germen del Deportes Concepción estuvo el espíritu demócrata cristiano penquista, el que a todo costo buscaba un equipo representativo de “toda la ciudad” en el campeonato de la ACF. Espíritu que, no siendo manifiesto, habría quedado estampado en la sigla del nuevo club DC. Considerando que entre 1964 y 1970 Eduardo Frei Montalva fue el Presidente de la República, y estando demostrada la manipulación de los campeonatos futbolísticos por intereses políticos, no cuesta entender porque la postulación del nuevo club de siglas DC fue aprobada con tanta rapidez por las autoridades de la Asociación Central de Fútbol.
Lametablemente el Vial pagó cara su rebeldía. Al no poder participar en el campeonato nacional, y con la casi completa desintegración de la competencia regional como se conoció hasta esos años, el aurinegro quedó relegado al fútbol amateur.
A pesar de esto, y de lo que pensaron muchos, no desapareció. Aprendió a resistir desde la clandestinidad, y en ese espacio se hizo aún más fuerte, esperando el momento oportuno para recuperar su lugar. El Vial permaneció unido, incluso sin triunfos deportivos. Porque, como lo gritamos hasta el día de hoy en cada partido “el vial unido, jamás será vencido”.
Desde ese año, Vial presentó su postulación a la segunda división, la que siempre fue rechazada. Deportes Concepción hizo lobby para que el Vial no pudiera ingresar el fútbol rentado. Fueron casi 20 años de intentos infructuosos por ingresar al fútbol profesional (que hasta ese momento sólo se ingresaba por postulación) dentro de los cuales se cuenta una marcha masiva de hinchas vialinos a Santiago que concluyó en una manifestación frente a la moneda.
Esos años, constituyeron la etapa más oscura del club, que coincidió también con la etapa más oscura del país. Aún así el Vial no desapareció, el aurinegro siguió vivo. Era preferible estar en el fútbol amateur, en la clandestinidad que haber derivado en ese color indefinido, lila, morado o rosado que constituye deportes concepción.
En 1974 en el estadio Collao se realiza un cuadrangular con los equipos de la región para juntar recursos para la “Recontrucción Nacional” impulsada por Pinochet. Participaron Deportes Concepción, Hachipato, Naval y Lota Shwagwer. El Vial, fiel a los ideales libertarios del Almirante, no se hizo presente.
Por fin el vial ganaría su derecho al profesionalismo, pero no por secretaría sino en cancha. Despertar aurinegro que coincidiría con el inicio de las protestas populares que buscaban derrocar el régimen imperante. El año 1981 se crea por primera vez la Tercera División del fútbol chileno. Ese mismo año, de la mano de Espartaco González como presidente, Vial se inscribe como participante y esa misma temporada, con un equipo amateur, se titula campeón al vencer a Laja en el mítico partido de definición jugado en Chillan, ascendiendo por fin al fútbol profesional.
Y ahí, por fin, después de casi 20 años, El Vial tiene la posibilidad de enfrentarse cara a cara con el Lord-Concepción, llamado Deportes Concepción (DC).
Tal como señala diario El Sur, “El sábado 3 de abril de 1982 se jugó el primer clásico entre Arturo Fernández Vial y Deportes Concepción. Ante los 18.125 espectadores controlados que llegaron hasta el Estadio Municipal, ambos cuadros igualaron 0-0. El choque terminó con cinco expulsados (Carlos Durán y Nelson Acosta, en Vial; Miguel Gutiérrez, Marcelo Figueroa y David Godoy, en Concepción) y un carabinero herido producto de los proyectiles que las barras le arrojaron al árbitro Ricardo Valenzuela. Vial, dirigido por Miguel Angel Ruiz formó esa tarde con: Morales; Azócar, Avilés, Durán y Vásquez; Pardo, Acosta y Tapia; Reyes, Castro y Obando.
Pero al fin llegaría la justa revancha. Luego de dos empates sin goles, 1 de enero de 1983, ante un público de 11.987 espectadores, el Vial derrotó al Conce con un mitológico y surrealista gol de Patricio Bonhomme, quien envió el balón al fondo del arco luego de un certero “guatazo”. Fue 1 a 0 y la explosión de la bandeja aurinegra. El primer triunfo que desató el carnaval aurinegro y la justa venganza por años y años de marginación y clandestinidad. Al final de ese campeonato, Vial no solo se tituló campeón de la segunda división (llegando por fin desde el futbol amateur a primera división, hazaña jamás igualada hasta el día de hoy) sino que impuso una larga paternidad de seis años sobre el equipo morado.
Luego de eso, muchas historias se tejen en este clásico, pasando por el inolvidable e insuperable 5-0. En cada clásico (que desde ese día se escribe como cla5ic0), el enfrentamiento de vive a muerte en la cancha y en las tribunas.
Por todo lo señalado, en este clásico no se juega solamente un partido de futbol. Es mucho más que eso. Lo que se enfrenta, materializado en una cancha y en las tribunas de Collao, son dos visiones de mundo diferentes. Diferentes e irreconciliables.
Recuperar nuestras historias y memorias colectivas, nos hace re-conocer nuestras diferencias. Ser del Vial o ser del Conce, es una forma de vida, una filosofía de la existencia.
El Vial surge como un proyecto social y cultural que se expresa en un club deportivo y en un equipo de fútbol. El hecho que Vial sea un equipo popular, no se refiere solamente a la gran cantidad de hinchas que tiene, sino porque fundamentalmente representa al pueblo, a los trabajadores. Tiene un arraigo popular y es la proyección de valores culturales, políticos y sociales de su gente. Eso es el Vial. Eso es lo que nos mantiene vivos. Eso es lo que no nos ha hecho desaparecer.
El Conce, por otro lado, surge como un invento legal, un engendro institucional impulsado por los dirigentes de la Asociación de Fútbol de Concepción para representar futbolísticamente a la ciudad. Esa es su marca de nacimiento. Tal como señalaba Espartaco González el año 81`, el Conce nació como una empresa deportiva, no un club social y deportivo en el real sentido de la palabra. Y una empresa deportiva es lo que sigue siendo hasta el día de hoy (materializada en una sociedad anónima manejada por un grupo de empresarios) Esto explica el exitismo de su hinchada. El hincha del Conce es capaz de pifiar y apedrear a sus jugadores si pierden. De hecho, el último técnico que pasó por la tienda morada antes de Garcés se fue apedreado por su propia hinchada.
La hinchada del Vial lo aguanta todo. Aguanta las frustraciones deportivas, los malos resultados. Porque el vial es más que fútbol. Es más que una pasión. Es más que un sentimiento. Ser del Vial es una forma de vida, una filosofía, una ideología. Eso es lo que nos hace inmortales. Es apoyar al equipo en las buenas y en las malas, jamás pifiar o apedrear a los jugadores mientras estos dan todo en la cancha.
Desde cabro chico, mi viejo, también vialino, me enseño que al equipo se le aplaude al final del partido y jamás se le pifia. Porque no se pifia lo que se ama. No se pifian los ideales, las utopias. Porque no se abandona una forma de vida, un ideal de vida, por las circunstancias del momento. No basta con ir “donde calienta el sol”, o solamente “cuando el equipo gane”.
Pueden pasar 100 años, 200 sin triunfos y el pueblo aurinegro seguirá alentando. Porque el Vial es Grande. Porque el Vial es del pueblo. ¡Porque el Vial unido, jamás será vencido!
Porque ese es nuestro mayor orgullo, y porque eso lo que nos hace diferentes.